Quirónsalud
Blog de Enfermería pediátrica del Hospital Quirónsalud San José

Cuantísimas veces habremos oído deciros en consulta: "¿Cuándo tengo que quitarle el pañal?", "¿y si todavía no lo controla?", "¿y si en el cole ya todos lo han dejado?".
Es un tema que genera muchísimas dudas, comparaciones y, sobre todo, mucha presión. Por eso hoy queremos hablar de cómo acompañar este proceso sin agobios, entendiendo que cada niño tiene su propio ritmo y que el pañal no se quita por edad, sino por madurez.
El control de esfínteres es una etapa del desarrollo en la que los peques aprenden a identificar cuándo tienen ganas de hacer pipí o caca y a retenerlo hasta llegar al baño. No es algo que se enseñe de un día para otro, sino una habilidad que aparece cuando su cuerpo y su cabeza están preparados.
La mayoría de los niños empieza a mostrar señales entre los 2 y los 4 años, aunque algunos lo consiguen antes y otros necesitan un poquito más de tiempo. Lo importante es no comparar ni forzar, porque cuando se intenta antes de que estén preparados pueden aparecer retrocesos, estreñimiento o incluso miedo al baño.
Sabemos que este proceso puede hacerse cuesta arriba, así que, como siempre, os dejamos una serie de recomendaciones que pueden ayudaros a vivir este momento con más calma:
¿Y si hay retrocesos? ¡Calma! Los retrocesos son frecuentes y no deben alarmar. Un niño que llevaba semanas seco puede volver a tener varios escapes seguidos.
A veces ocurre tras unas vacaciones, un cambio de rutina o una etapa en la que está más cansado o demandante. Lo importante es no retroceder emocionalmente nosotros: no enfadarnos, no presionar y no volver al pañal "por desesperación".
En la mayoría de los casos, con calma y acompañamiento vuelve a avanzar.
Si después de todo esto tu hijo o hija tiene más de 5 años y todavía no controla los esfínteres durante el día o la noche, o si hay escapes frecuentes, dolor, infecciones o estreñimiento, es recomendable consultar con vuestro pediatra para valorar juntos qué está ocurriendo.
Y recordad: "Adiós pañal, hola orinal. Cada peque a su ritmo … ¡y todo irá genial!
En nuestro día a día en la consulta nos encontramos con una escena bastante habitual: niños/as que, aun teniendo ya varios años, siguen utilizando el chupete de manera cotidiana. El chupete puede ser un gran aliado en los primeros meses de vida, ayudando a calmar al bebé, favorecer el sueño y reducir la ansiedad. Sin embargo, cuando su uso se prolonga más allá del tiempo recomendado, este objeto tan común puede convertirse en un enemigo silencioso para la salud infantil. Hoy vamos a explicaros cuales son los signos de alerta que debéis tener en cuenta, y algunas recomendaciones fáciles que podéis seguir.

En los primeros meses, el chupete puede ser una herramienta muy útil. Diversos estudios han mostrado que su uso disminuye el riesgo de muerte súbita, y proporciona consuelo y calma incluso en procedimientos médicos o momentos de dolor. El problema surge cuando, por comodidad o miedo al llanto, los padres mantienen el chupete durante más tiempo del necesario. Lejos de ser un simple hábito, el uso prolongado puede traer consigo consecuencias tan importantes como:
Como profesionales de la salud, nuestra labor también es acompañar a las familias en la transición hacia una retirada adecuada y progresiva del chupete. En nuestra consulta de enfermería podemos orientaros y daros estrategias personalizadas. No obstante, a continuación, os describimos algunas de las recomendaciones que siempre os comentamos en la consulta:
El chupete, en definitiva, puede ser un buen aliado en la primera etapa de la vida, pero un uso excesivo lo convierte en un enemigo que deja huella en el desarrollo de nuestros niños. No olvidemos que el límite máximo son los dos años: después de esa edad, el chupete debe desaparecer.
Y RECORDAD: DOS AÑOS Y BASTA, EL CHUPETE NO SE ARRASTRA.

Cuando tenemos a nuestro recién nacido en casa, todo son dudas y miedos, sobre todo cuando se trata de nuestro primer hijo/a. Una situación muy frecuente con la que os vais a encontrar es ver al bebé con los ojitos pegados por las legañas. Es algo muy común y en la mayoría de los casos no es un motivo de preocupación, pero vamos a explicar por qué aparecen y como poder prevenirlas.
Las legañas son secreciones de todas las células muertas que nuestro ojo produce como lágrimas o mocos. Cuando pasamos mucho tiempo con los ojos cerrados, el agua de estas lágrimas no se evapora y se acumula. Esta es la razón fundamental por lo que los bebés segregan tantas legañas. Sobre todo, los recién nacidos, pasan la mayor parte del tiempo dormidos, provocando la acumulación de todas esas partículas muertas que, durante el descanso, al no parpadear, no se eliminan. Otra de las razones es porque al nacer, los bebés suelen tener el conducto lagrimal bloqueado, y esto impide que las lágrimas drenen adecuadamente. A medida que el bebé crece sus conductos se desarrollan, pasan menos tiempo dormidos, y esto hace que la aparición de legañas disminuya.
No siempre podemos evitar que se formen, pero sí podemos tomar medidas para reducir su aparición y así poder mantener una buena higiene ocular para nuestro bebé. A continuación, os dejamos unas sencillas recomendaciones que podéis realizar en casa:
Las legañas en los bebés son completamente normales y en la gran mayoría de los casos son inofensivas. No obstante, es importante estar atentos ante cualquier signo de alarma que nos pueda estar indicando que algo no va bien. Si observáis que las legañas son muy espesas, de color amarillo-verdoso, los ojos están rojos e hinchados o él bebé se frota constantemente, debéis consultar con el pediatra para obtener un diagnóstico adecuado.
RECORDAD: ¡SI DE SUS OJITOS QUERÉIS DISFRUTAR, UNA CORRECTA HIGIENE OCULAR DEBÉIS REALIZAR!

El otro día en la consulta tuvimos un caso de un bebé que después de la vacunación se quedó sin respiración ¿asusta verdad?, sin embargo, la madre del niño estuvo tranquila en todo momento porque conocía este episodio y la situación se resolvió sin problemas, pero ¿y si explicamos un poquito en que consiste para que si alguna vez os pasa a vosotros sepáis como actuar y mantengáis la calma? ¡VAMOS A POR ELLO!
Hoy vamos a explicar lo que es "el espasmo del sollozo". Es un cuadro que se produce después de una expiración prolongada, donde los bebés dejan de respirar por unos segundos e incluso en ocasiones llegan a desmayarse. Se suelen producir entre los 6 meses y los 5 años de edad. Es benigno y suelen durar menos de 1 minuto con una recuperación rápida y completa. Su origen es desconocido, pero se cree que se producen por una alteración en la regulación del sistema nervioso. Dependiendo de cuál sea la causa que produzca este fenómeno podemos diferenciar dos tipos de espasmo:
Muchas veces nos preguntáis que como podéis evitar esta situación o que hacer en caso de que se produzca, pues bien, aquí tenemos malas noticias. La realidad es que no hay mucho que podamos hacer para evitarlos. Sabemos que los padres vivís esta situación con mucha preocupación y ansiedad, pero realmente al peque no le va a pasar nada y en unos segundos se habrá recuperado perfectamente. Lo que sí podemos hacer es dejaros algunas sencillas recomendaciones que podéis seguir si vuestro hijo/a presenta esta crisis:
- Mantened la calma: es la más importante y la más difícil, lo sabemos, pero de esta forma actuaréis de la mejor manera y el tiempo no se hará una eternidad.
- No sacudir ni zarandear al bebé: os recomendamos que mejor le sopléis en la carita. Con los nervios, si realizáis movimientos bruscos podéis causarle más daño.
- Revisa su boca: si tiene algo retiradlo. Ya sea comida o algún juguete. Así evitaremos el riesgo de asfixia.
- No hace falta realizar ningún tipo de reanimación.
- Sabemos que hay niños con mucho carácter que se enfadan rápidamente, y a veces cometemos el fallo de (con el fin de evitar una rabieta y así evitar el espasmo) ceder ante todo lo que nos pidan. ¡Cuidado! Siempre debemos poner límites y normas claras que ayuden a controlar el comportamiento de nuestro hijo/a.
Siempre os aconsejamos que acudáis a vuestro pediatra en caso de duda, pero sobre todo es importante que, si observáis que los espasmos son muy frecuentes y prolongados, o se presentan en niños menores de 6 meses o sobre todo que tras el espasmo el niño no se recupera bien y no hay una causa aparente que lo provoque, debéis acudir a un especialista.
RECORDAD: ¡ANTE UN DESMAYO INESPERADO MANTENER LA CALMA SIEMPRE SERÁ LO MÁS ADECUADO!
Hace algunas semanas venimos observando que tenéis muchas dudas acerca de un tema del que cual nunca habíamos hablado por aquí; ¿cuándo empieza mi bebé a sujetar su cabecita? Poder mantener la cabeza recta es uno de los primeros desafíos a los que se enfrentan los recién nacidos. Ardua tarea teniendo en cuenta que a esta edad su cabeza representa la cuarta parte del tamaño del cuerpo y que su cuello y sus músculos todavía no tienen la suficiente fuerza para mantener ese peso.

Hoy, queremos daros unas pautas de cómo ayudar a mejorar y fortalecer la movilidad de la cabeza en los recién nacidos y sobre todo, conocer los signos de alarma más importantes. ¡Allá vamos!
Se conoce como sostén cefálico la capacidad de mantener la cabeza erguida y en posición vertical. Cuando nuestro bebé no desarrolla esta capacidad debemos estar alerta ya que esto puede significar una posible patología o enfermedad.
Nuestro pequeño irá controlando su cabeza progresivamente a medida que vayan pasando las semanas. Entorno a los dos meses ya podemos observar cómo pueden levantarla por cortos periodos de tiempo, pero no es hasta los tres meses cuando pueden controlar dicho movimiento. Más adelante, con cuatro o cinco, perfeccionan este control siendo capaces de mantener la cabeza totalmente erguida estando sentados. Cada bebé se desarrolla a su ritmo, por lo que no hay una regla exacta, pero si pasados los 4 meses vuestro bebé no sujeta bien la cabeza es cuando debéis acudir a un especialista.
Del control cefálico dependen otros muchos factores como; el desarrollo visual, el desarrollo cognitivo, la función manual o incluso poder tragar, en definitiva, el control cefálico nos ayuda para prácticamente TODAS nuestras habilidades de la vida.
Un buen control mensual con nuestro pediatra siempre nos va a ayudar a detectar precozmente cualquier tipo de problema en el desarrollo, pero vosotros en casa también podéis realizar ejercicios de estimulación y así ayudar un poquito más a vuestros peques.
A continuación os dejamos algunos ejemplos:
Fomentar el control cefálico es vital para su desarrollo psicomotor. Practicar estos sencillos ejercicios serán muy beneficiosos para vuestro pequeño.
Y Recordad: si tu bebé sostiene la cabeza, ¡ENHORABUENA! Ha conseguido una buena firmeza.
A veces las preguntas más sencillas nos parecen un mundo, sobre todo cuando se trata de nuestro hij@. ¡No te preocupes, te vamos a ayudar! Resuelve con nosotras tus dudas. Porque la maternidad- paternidad es más complicada de lo que nos cuentan ¿verdad? Te presentamos un blog hecho por profesionales de enfermería para grandes padres y madres como tú. Trataremos temas relacionados con el crecimiento, la alimentación y el desarrollo de tu hijo a lo largo de la infancia.
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